Amamantar y trabajar ¡Logremos que sea posible!

Este es el lema que la Organización Mundial para la Salud (OMS) y UNICEF han elegido para los primeros siete días del mes de agosto de 2015, en que se celebra la Semana Mundial de la Lactancia materna. Desde el año 1992 se desarrolla en más de 120 países con el objetivo de crear conciencia sobre su importancia y generar estrategias y políticas tendientes a facilitar el amamantamiento de los recién nacidos.

Aunque la lactancia es un hecho natural, que define a la clase de los mamíferos, se encuentra atravesada por valores culturales y restricciones sociales que no siempre son beneficiosas para los bebés. Durante la primera mitad del siglo XX, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) detectó un alarmante crecimiento de los índices de desnutrición infantil en países desarrollados, lo cual no podía atribuirse a la pobreza económica. Por el contrario, el motivo fundamental fue el abandono de la leche materna por sustitutos de menor calidad nutricional.

Es por ello que, desde finales de la década de 1970, la ONU comenzó a desarrollar una campaña activa de fomento de la lactancia materna a través de la OMS y UNICEF. En efecto, en la actualidad se recomienda la alimentación exclusiva por leche materna hasta los seis meses. A partir de ese momento, aunque se incorporen progresivamente otros alimentos, se sugiere continuar con el amamantamiento hasta los dos años.

Es posible, en algunos casos, que la leche materna no sea suficiente para alimentar la demanda del bebé o que haya contraindicaciones médicas. En estas circunstancias, el pediatra sugerirá que se emplee un sucedáneo, habitualmente llamado “leche de fórmula” que, a diferencia de la leche de vaca, contiene los nutrientes necesarios para las diversas etapas de crecimiento del bebé.

Existe personal especializado y grupos de madres que ayudan y acompañan durante el período de la lactancia, especialmente en sus difíciles comienzos. En Argentina, podemos recurrir a la Fundación Lactancia y Maternidad o la Liga de la Leche, que tienen presencia en todo el país.

La lactancia y el trabajo

El lema de este año pone en el centro una problemática actual: con la participación cada vez mayor de las mujeres en el mercado de trabajo, y con la prolongación del período de lactancia, ya no puede restringirse el amamantamiento a las pocas semanas de la licencia por maternidad. En cualquier caso, debe privilegiarse el interés del bebé.

A continuación te proponemos algunas ideas para conciliar lactancia y trabajo:

– La Ley de Contrato de Trabajo establece dos descansos de media hora para la mujer que amamanta. Como habitualmente las empresas no cuentan con guardería, lo usual es que la empleada una ambos descansos en uno solo y se retire una hora antes. Aquí podés encontrar un detallado análisis de este régimen.

– La extracción de leche es un método eficaz para que el bebé se alimente correctamente sin necesidad del amamantamiento directo. Es recomendable comenzar la extracción antes de finalizar la licencia por maternidad, para acostumbrarse a un proceso que puede resultar incómodo al principio. Algunas empresas cuentan con espacios especialmente acondicionados para extraer y almacenar la leche materna, denominados lactarios.

– La leche materna puede congelarse y mantenerse en el freezer por un período de tres meses. También puede mantenerse en la heladera por dos días. Es importante almacenarla en envases estériles y descongelarla a baño maría; nunca en el microondas, para evitar que pierda propiedades esenciales.

– Es común que las madres en situación de lactancia sientan que les “baja” la leche en el trabajo, lo cual puede dar lugar a manchas o situaciones incómodas. Para evitarlas, es aconsejable utilizar almohadillas que protejan nuestra ropa. Además, podemos llevar el extractor de leche al trabajo y almacenarla en envases isotérmicos que nos permitan aprovecharla al día siguiente.

Amamantar a nuestro bebé no sólo es recomendable desde el punto de vista médico, sino que también es un acto de unión y amor. Es importante que aprendamos a vivirlo y valorarlo como tal; no como una carga, sino como un momento de comunión única entre una madre y su recién nacido.

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