Consejos para cuidarse de las alergias, el sol y los cambios de temperatura en primavera

¡Llega la primavera! Tres meses de frío y lluvia, y ahora, por fin, termina el invierno. ¿Estamos listos para recibirla? Te proponemos algunos consejos para disfrutarla sin contratiempos.

¿Notaste que nos sentimos mejor en primavera? ¿Más alegres, con más energía, más emprendedores? No es sólo un efecto de la publicidad: al extenderse la duración del día y experimentar un contacto más prolongado con la luz solar, nuestro organismo comienza a producir feromonas, oxitocina, noradrenalina y dopamina: hormonas que influyen positivamente en nuestro estado de ánimo, nos invitan a hacer actividad física y a pasar más tiempo al aire libre. Todas estas actividades, a su vez, favorecen la producción de endorfinas, hormonas que funcionan como un opiáceo y analgésico natural.

La primavera, en toda su exuberancia y riqueza de luz, aromas y colores, produce una verdadera revolución hormonal que mejora nuestro estado de ánimo, aumenta el deseo y el placer sexual y nos predispone mejor a realizar actividades que percibimos como gratificantes. Todos estos estímulos, sin embargo, se producen en un período generalmente muy corto y pueden producir efectos diversos en distintos organismos y personalidades. Para algunos, se trata de una verdadera liberación física y emocional: experimentan entonces lo que se denomina ‘euforia primaveral’ y no ven la hora de salir de la oficina para tomar sol en el parque. Para otros, sin embargo, el cambio brusco puede producir una sensación de tristeza y melancolía que invade todos los ámbitos de la vida: son quienes sufren de una ‘astenia primaveral’.

Para evitar ambos extremos, y las sensaciones de frustración y encierro que pueden generar, te proponemos algunos consejos para una transición estacional progresiva:

Administrá la energía que la nueva estación te brinda. Aunque te sientas con más fuerza y mejor estado de ánimo, tu cuerpo sigue teniendo los límites físicos de siempre. Muchas veces nos llenamos de nuevas actividades y programas: volvemos al gimnasio, empezamos algún curso, retomamos algún hobbie que teníamos abandonado, salimos más con nuestros amigos, cumplimos compromisos atrasados. Es importante que te enfoques en aquello que realmente querés hacer sin sobreexigirte para no caer en un estado de cansancio y falta de concentración que te producirá el efecto opuesto.

Comé inteligentemente. En invierno ingerimos alimentos más calóricos que nos permiten enfrentar el frío y generar la energía que no podemos recolectar del sol y las actividades físicas. En primavera comienza la época de comidas más livianas, aprovechando las frutas y verduras de estación que la naturaleza nos regala. Es momento de reducir el consumo de azúcar procesado, comer alimentos de fácil digestión y beber abundante agua que nos permita reponer los líquidos que nuestro cuerpo, naturalmente, consume.

Dormí de siete a ocho horas diarias. Durante el sueño consolidamos nuestros recuerdos y aprendizajes, disminuimos el trabajo constante del corazón y reajustamos, en términos generales, nuestro sistema biológico. A veces la tentación de ‘aprovechar el día’ nos hace disminuir las horas de sueño que, en realidad, necesitamos para disfrutarlo al máximo.

Planeá y pensá los cambios de manera gradual. Ya sea que consideres cambiar de trabajo o comenzar una dieta, la euforia primaveral nos lleva muchas veces a tomar decisiones drásticas o poco meditadas. No dejes que las hormonas tomen el control y, en cambio, tomate un tiempo al sol para meditar sobre tus próximos pasos.

Cuidado con el sol. Aunque parece inocuo, y contribuye a que sintamos ese bienestar general propio de la estación, el sol comienza a hacer sentir sus emisiones ultravioletas en nuestra piel y cabello. Si vas a empezar a tomar sol, no dejes nunca de ponerte protector treinta minutos antes: es mejor un bronceado gradual y uniforme que quemarte y resecar tu piel en poco tiempo. Una buena wp_posts es que en primavera se reduce la producción de caspa al cambiar las condiciones climáticas generales; si tenés cabello frágil, sin embargo, es muy probable que se quiebre con más facilidad e incluso que quede alguno en el peine o el cepillo.

¿Alergias? A prepararse

Cualquier persona que sufre una alergia sabe lo que debe hacer para prevenirla: evitar el alergeno. Claro, esto es fácil cuando nos perjudica un alimento, un ingrediente; algo que podemos aislar y evitar. En el caso de la alergia al polen, sin embargo, la sustancia que nos perjudica está suspendida en el aire y no podemos evitarla. Sí podemos, en cambio, minimizar sus efectos:

Tomá el antihistamínico que tu médico te haya indicado con la posología prescripta. Como siempre, debemos evitar automedicarnos y, en cambio, seguir el consejo médico. Si podés, es recomendable tomarlo por la noche, porque a menudo provoca somnolencia.

Usá anteojos de sol en el exterior para evitar el contacto del polen con los ojos, que produce irritación y picazón.

Existen filtros de polen para el aire acondicionado que pueden mejorar la situación en ambientes cerrados.

Evitá los lugares demasiado arbolados o en los que haya una gran concentración de polen. A menudo puede ser conveniente viajar en el auto con las ventanillas cerradas.

Es mejor la noche para ventilar la casa, puesto que por la mañana es cuando hay más cantidad de polen en el aire.

Lavá tus ojos y nariz con frecuencia, puesto que el agua fresca te producirá una sensación de alivio.

No hay que desanimarse por las alergias. La primavera es una época de cambio y nacimiento y es conveniente estar preparados para disfrutarla al máximo.

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