El celular y tu salud: consejos y precauciones

¿Vivís pendiente del celular? Según un estudio realizado en Estados Unidos, un usuario promedio lo mira unas 214 veces al día: una vez cada cuatro minutos y medio. Pero, ¿qué efectos tiene el teléfono en tu salud? Te lo contamos en esta nota.

El teléfono forma parte de tu vida cotidiana; no sólo te conecta con otras personas, sino también con información. Puede ayudarte a mejorar tus hábitos alimenticios, hacer ejercicio o controlar tu embarazo, como te contamos acá. Pero también puede complicarte la vida de muchas maneras, incluyendo tu salud. Estos son algunos de los riesgos del uso excesivo del teléfono:

Produce estrés, trastornos de sueño y depresión. Una investigación reciente de la Universidad de Gotemburgo mostró que el uso frecuente del teléfono celular produce problemas para dormir y stress en hombres y mujeres, además de algunos síntomas típicos de cuadros depresivos. La investigación se realizó en 2010, midiendo la cantidad de llamadas y SMS enviados por los participantes; es decir, sin tener en cuenta la permanente conexión y atención demandada por los actuales smartphones. ¿Saldremos mejor o peor parados?
Nuestro consejo: reducí el uso del teléfono. No dejes que interrumpa otras actividades que estás realizando, como almorzar o conversar con alguien. Algunas aplicaciones te permiten controlar el tiempo que le dedicás al teléfono.

Los campos electromagnéticos y el cáncer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a los teléfonos celulares como posiblemente cancerígenos debido a los campos de radiofrecuencia que producen. Aunque todavía falta información concluyente al respecto, la OMS recomienda mantener los teléfonos a una distancia de entre 30 y 40 centímetros de la cabeza.
Nuestro consejo: tratá de no usar el teléfono apoyado en la cabeza; los mensajes de texto o Whatsapp son una buena alternativa. Si vas a tener una conversación, te conviene usar sistemas de manos libres que mantengan el aparato lejos del cerebro el mayor tiempo posible.

La contaminación y el contagio de gérmenes. ¿Sabías que un teléfono promedio contiene más bacterias que un inodoro? Un estudio reciente señala que, a diferencia de otros objetos de uso cotidiano, casi nunca limpiamos y desinfectamos nuestros celulares. Como consecuencia, pueden llegar a acumular hasta 10.000 gérmenes por centímetro cuadrado: más que el asiento de un inodoro.
Nuestro consejo: limpiá y desinfectá tu teléfono periódicamente. El lavado frecuente de manos también debería ayudar a disminuir los riesgos de contagio de gérmenes y bacterias. ¿Todavía no te convenciste? Mirá este video sobre cinco cosas más limpias que tu teléfono.

El dolor crónico. ¿Te duele la columna? ¿Llegás al final del día y te duele la parte superior de la espalda y el cuello? Tu cabeza tiene un peso de entre cinco y seis kilogramos. Sin embargo, esa leve inclinación de 15 grados que hacemos al hablar por teléfono aumenta el peso hasta 14 kilogramos. ¿Sostenés el teléfono entre la oreja y el hombro? Entonces tu cuello debe esforzarse como si tu cabeza pesara ¡25 kilogramos! Si lo hacés con frecuencia, no sólo sentirás una gran contractura, sino que vas en el camino del dolor crónico.
Nuestro consejo: verificá tu postura, tratando de mantener la cabeza erguida al hablar por teléfono, leer o escribir en la pantalla. Alejarla un poco o emplear el sistema de manos libres te ayudará a mantener una postura más relajada y menos perjudicial.

La fatiga visual digital. Aunque los teléfonos tiendan a tener pantallas cada vez más grandes, lo cierto es que siguen siendo más pequeños que un libro, un diario o la pantalla de tu computadora. Como cualquier músculo, tus ojos se cansan por el esfuerzo excesivo al tratar de leer mucho tiempo, o muchas veces (¡214 veces al día!), en el teléfono. Esto ocasiona dolor de cabeza, irritación o sequedad en los ojos y dificultades para enfocar.
Nuestro consejo: una vez más, reducí el uso del teléfono. Sin advertirlo, forzamos nuestra mirada al enfocarnos cada pocos minutos en la pantalla del celular. Conviene usar letras más grandes, o el zoom, para evitar el esfuerzo extra.

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