¿Y si tenemos un bebé? Embarazo, desarrollo personal y profesional en el mes de la esterilidad

¿Qué edad tenían tus padres cuando naciste? ¿Qué edad tus abuelos, cuando ellos nacieron? Lo más probable es que, cuanto más atrás te remontes en el tiempo, más jóvenes hayan sido. Pero no solamente en el momento de tener un hijo: fueron más jóvenes para tener hijos, para empezar a trabajar, para jubilarse y, sí, también fallecieron antes.

La mejor calidad de vida, producto de los avances en el campo de la salud y la seguridad, produce también una mayor esperanza de vida: tendemos a vivir más y mejor.

Esta mejora no es homogénea: en regiones con un mayor índice de riqueza, la expectativa de vida es mayor: 78,4 años en Europa, 71,5 en América Latina y sólo 49,1 en África. Cuanto mayor es la expectativa de vida, menor es el apuro por tomar algunas decisiones que tradicionalmente afrontábamos más jóvenes: la casa propia, el trabajo estable, el matrimonio o los hijos. Este tiempo de espera en la realización de acciones que afectan el resto de nuestra vida se explica muchas veces por la prioridad que damos a nuestro desarrollo personal o profesional. En relación a la educación formal, por ejemplo, el promedio de edad de madres primerizas con título universitario es de 27 años, mientras que el de madres con secundario es de 23 y el de aquellas que sólo tienen primario, 21.

Un polémico estudio reciente, realizado por John Mirowski, afirmaba que la ‘edad ideal’ para tener hijos es de 34 años en la mujer: el momento orgánico en el que mejor se equilibran las complicaciones que pueden derivarse tanto de un organismo en desarrollo como de uno que ya comienza su deterioro. El reloj biológico, tan preciso en algunas cosas, pareciera marchar al compás de la cultura en otras.

Mes mundial de la esterilidad

Junio ha sido elegido por la Organización Mundial de la Salud como el mes mundial de la esterilidad, un período destinado a combatir los prejuicios sobre la infertilidad y difundir información acerca de esta realidad que actualmente afecta a más de 70 millones de parejas en todo el mundo.

Se considera esterilidad a la incapacidad para concebir, a diferencia de la infertilidad, que es la imposibilidad de finalizar una gestación con el nacimiento de un niño sano. Esta distinción no son meras nomenclaturas, ambas dificultades requieren tratamientos específicos diferenciados.

Aunque hay muchos tabúes al respecto, y una gran dosis de prejuicio que suele atribuir la esterilidad exclusivamente a la mujer, en la actualidad se realizan numerosas consultas de parejas que no logran la concepción. Algunas de las acciones recomendadas por los médicos para estos casos son:

-Informarse: el primer paso frente a la dificultad para quedar embarazados es informarse acerca de los procesos biológicos de la fertilidad, evaluando el mejor momento para la concepción.
-Realizar un espermograma: la infertilidad masculina es frecuente y puede ser diagnosticada y tratada en gran cantidad de casos.
-Realizar un diagnóstico en la mujer: además de la evaluación hormonal y la ecografía, hoy día existen numerosos métodos de diagnóstico para detectar las causas de la esterilidad en la mujer y diseñar un tratamiento adecuado para ella.

El diagnóstico temprano es una gran herramienta para tratar la infertilidad en una pareja. Para ello es imprescindible superar los miedos y prejuicios y consultar entre los dos a un médico.

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