¿Cómo afecta la música nuestro cuerpo?

Desde canciones clínicamente más
eficaces que un ansiolítico, hasta otras diseñadas para generar alegría en los
bebés, la medicina ha realizado numerosos experimentos que ayudan a saber qué
efectos puede producir la música en el cuerpo y la mente de las personas.

Los
avances en el conocimiento del cuerpo humano y los efectos que en él tienen
distintos estímulos son cada vez mayores y más dispersos. Entre otros fenómenos
que se han estudiado, se encuentran los efectos de la música, que pueden ir
desde el control de la ansiedad hasta la generación de estados de bienestar. En
esta nota te presentamos algunos de los resultados obtenidos y sus aplicaciones
prácticas en este terreno.

 

Música pre-quirúrgica: mejor que un
sedante

La
realización de una operación es siempre estresante para el paciente, que siente
miedo y ansiedad en los momentos previos a realizarla. El procedimiento
estándar para disminuir esta tensión era el empleo de ansiolíticos, tales como
el midazolam. Sin embargo, un grupo de investigadores suecos llevó a cabo un experimento en el que dividieron dos grupos de
pacientes a quienes se les realizó un test de ansiedad antes y después de la
operación empleando, en uno de los grupos, midazolam y, en el otro, música
relajante. Los resultados fueron muy semejantes: los pacientes que recibieron
la medicación tuvieron un puntaje promedio de 36 antes de la operación y 34
después de la misma, mientras que los que escucharon música tuvieran 30 y 34,
respectivamente. La conclusión del estudio es que la música tuvo un efecto
similar (de hecho, ligeramente más efectivo) pero sin los riesgos ni efectos
colaterales de la droga.

 

Una canción más eficaz que un
ansiolítico

Una
empresa de neurociencias aplicadas al marketing, Mindlab International, comparó los efectos
de la música en los niveles de ansiedad de personas que, bajo condiciones de
laboratorio, intentaban resolver una serie de problemas de ingenio y
rompecabezas.

El
estudio arrojó que una de ellas, Weightless,
del grupo Marconi Union, reducía hasta un 65% los niveles de ansiedad previos
de los participantes. Esto se debe a que la canción fue especialmente compuesta
y grabada en colaboración con neurólogos y terapeutas para acompasarla a 60 bpm en frecuencias que
sincronizan los latidos del corazón y las ondas alfa del cerebro.

Acá podés escucharla (y
relajarte, científicamente, por un rato).           

 

Música para controlar la presión
sanguínea

Un
estudio experimental de la Sociedad Europea de Cardiología estudió a 120 personas
sanas para observar el efecto de la música en la presión sanguínea. Para ello
se dividieron tres grupos de entre 25 y 65 años: uno escuchó música clásica del
período romántico (Strauss y Mozart), otro escuchó música pop (ABBA) y el tercero
quedó el mismo tiempo en silencio.

Los
resultados indican que quienes escucharon música clásica bajaron la presión
sistólica y diastólica, quienes escucharon ABBA mantuvieron la presión que
tenían al comenzar el estudio y, finalmente, quienes permanecieron en silencio
también la bajaron, pero en un grado significativamente menor al del primer
grupo.

La
música también tuvo efectos positivos en las pulsaciones por minuto, que
bajaron en el caso de los oyentes de música clásica, seguidos por el grupo en silencio
y, finalmente, el grupo que escuchó a ABBA.

 El
estudio muestra que sólo algunos géneros musicales pueden tener efectos de este
tipo, y que en términos generales permiten controlar tanto la presión como las
pulsaciones de una población cardiológicamente sana.

 

Música para ser feliz

Los
psicólogos infantiles Laurent Stuart y Caspar Addyman se unieron a la cantante
Imogen Heap para crear la primera canción compuesta científicamente para
producir felicidad en niños de 6 a 24 meses. Según sus creadores, la canción
fue testeada en una población de 56 infantes.

La
bautizaron, de manera poco creativa, “The happy song
(La canción feliz) y han difundido
por medios y redes sociales sus resultados (como en este video de
YouTube), aunque no han realizado publicaciones científicas en revistas
especializadas.

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