Cómo cuidarse del sol sin dejar de disfrutarlo

Atrás quedaron los métodos caseros para un bronceado rápido. Untarse en coca cola, aceite de coco, cerveza, aceite mezclado con zanahoria rallada y yodo, entre los tantísimos otros trucos de nuestras abuelas y madres, no solo causan manchas y quemaduras que no colaboran con un aspecto saludable, sino que causan daños irreparables en la salud.

En verano es importante protegerse la piel de los rayos ultravioletas. Así evitaremos quemarnos, algo doloroso y nada agradable, pero además reduciremos la posibilidad de padecer cáncer de piel en el futuro. Según datos del Ministerio de Salud, el cáncer de piel es la forma más común de cáncer en los seres humanos. En efecto, uno de cada 3 nuevos cánceres detectados es en la piel.

No todo el mundo es consciente de la frecuencia con la que debe ponerse la crema de protección solar, o el grado de protección necesaria, por eso es importante consultar siempre a un dermatólogo que nos asesore acerca de cómo protegernos y cuáles son los pasos a seguir para lograr el bronceado deseado sin poner en peligro la salud.

Las pautas indeclinables son la fotoprotección -según indicación médica- o el bloqueador solar, lentes de sol recetados, y sombrero. Además, conviene usar ropa clara, cómoda y de materiales nobles que absorban la transpiración, proceso físico necesario para la termorregulación del cuerpo. Y no olvidar jamás que la hidratación: es central a la hora de reponer los fluidos perdidos en la transpiración y que esa hidratación sea de calidad, es decir, agua fresca o jugos de frutas.

El cuidado de los más chicos

Ser víctima de quemaduras solares serias antes de los 18 años aumenta en un 200 por ciento las chances de contraer cáncer de piel. Por eso es fundamental la atención de los adultos a la hora de exponer a los niños y jóvenes al sol. Para prevenir insolaciones y daños en la piel es importante:

– Evitar la exposición al sol entre las 11 hs. y las 16 hs.
– Proteger la piel del niño frente a la radiación solar porque es más sensible que la del adulto y, por ello, más indefensa.
– Consultar a un especialista cuál es el protector solar adecuado para la piel del niño.
– Vestirlos con ropas de géneros livianos, preferentemente de algodón o telas no sintéticas, de color claro, y protegerles la cabeza con gorros.

Además, estar al aire libre y en constante actividad hace que los niños estén expuestos a un mayor gasto de energía y, por lo tanto, a un mayor requerimiento de nutrición y líquidos. Es importante entonces recordar que:

– La actividad que realicen deberá ser la adecuada para su edad y su condición física.
– El cuerpo necesita hidratación para regular la temperatura en climas calurosos; por eso deben ingerir constantemente líquidos en pequeñas cantidades tanto si están expuestos al sol, como si están al resguardo.
– Es conveniente que mantengan prudencial reposo después de comer.
– Al exponerse al sol, realizar actividades físicas o cuando haya altas temperaturas, su cuerpo debe recibir un buen aporte de líquidos, sobre todo de agua.
• Los bebés deben permanecer siempre en lugares frescos puesto que su capacidad de regulación térmica no está todavía madura.
• La alimentación debe ser variada. Es preferible darles alimentos frescos (siempre que las condiciones sanitarias del lugar de veraneo lo permitan) e hidratos de carbono (debido a su fácil digestión) y evitar grasas, fritos y comidas muy elaboradas.

No obstante la atención a estas sugerencias, puede suceder que el niño sufra un golpe de calor, descompostura o insolación. Si presentara síntomas de insolación como fiebre, vómitos, dolor de cabeza, mareo, falta de coordinación o visión borrosa, o síntomas de intoxicación alimentaria (debida a alimentos mal conservados o presencia de virus o bacterias en el agua) como dolor de cabeza, cólicos, fiebre o, diarrea consulte al médico o concurra a un centro de atención.

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