¿Cómo es mejor comer la fruta?

Todos sabemos que son
saludables, ricas y se recomiendan en porciones abundantes. Ahora: ¿mantienen
las frutas sus propiedades en cualquiera de sus formas?

Cuanto más sabemos del impacto que la mala alimentación tiene en nuestro
cuerpo, más conscientes nos volvemos de lo que consumimos, sus ingredientes y
calidad. Reemplazamos las empanadas por una ensalada de vegetales, las
galletitas por frutas secas o cereales, las gaseosas por jugo de frutas. Justamente
las frutas son símbolo de la comida sana al estar llenas de antioxidantes,
fibra y otros nutrientes que no sólo contribuyen a controlar el peso, sino que
además ayudan a combatir las enfermedades cardíacas, los accidentes
cerebrovasculares y algunos tipos de cáncer.

Muchas veces, sin embargo, no consumimos la fruta entera, sino que la
reemplazamos por licuados o jugos naturales envasados o exprimidos. Estas
opciones, sin embargo, no son equivalentes. Por una parte, tanto los jugos como
los licuados suelen incluir un agregado de azúcar que, sumado al tamaño de las
porciones, representan una cantidad de calorías mayor a la que se obtendría al
consumir una o dos frutas enteras. Por otra parte, al exprimirlas dejamos fuera
una buena parte del contenido de fibra de la fruta, además de vitaminas
presentes en la cáscara y la pulpa. Además, al eliminar la pulpa y la pectina,
el cuerpo incorpora directamente el azúcar: ¿nunca notaste que un vaso de jugo
de naranja es bastante más dulce que una naranja entera? Una dieta rica en jugo
exprimido, en vez de en frutas completas, aumenta sensiblemente la cantidad de
azúcar en sangre. Ahora bien, ¿es significativa esa cantidad?

Un equipo de científicos británicos analizó
registros médicos de varias décadas para intentar responder esa pregunta. El
estudio observó que el riesgo de contraer diabetes tipo 2 aumentaba en un 21%
en las personas que bebían jugo de frutas todos los días, como consecuencia de la
incorporación del azúcar sin la fibra necesaria. La sorpresa provino del otro
grupo estudiado: aquellos que consumían diariamente dos porciones de fruta
entera disminuían en un 23% la probabilidad de desarrollar diabetes.

Aunque era esperable que el jugo aumentara el riesgo de diabetes, no había
motivos para suponer que la ingesta de la fruta completa, con cáscara y pulpa,
ayudaría a disminuirla. Mientras tanto, en nuestra vida cotidiana conviene
siempre calmar la sed con agua fresca y comer frutas enteras durante el día,
sin olvidar la pulpa y la cáscara.

 

 

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