Control del estrés: cómo reducirlo y manejarlo en la vida cotidiana

El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana, dentro y fuera del trabajo, y es uno de los mecanismos de defensa del ser humano. Sin embargo, cuando se vuelve crónico es un problema que nos afecta a nosotros y a quienes nos rodean.

Cada vez son más habituales las frases como “estoy
estresado” o “X tiene un pico de estrés”. Según un estudio del American Institute of Stress
, el 80% de
los trabajadores sufre estrés. De entre ellos, más de la mitad admite que necesita
aprender a lidiar con él en la vida cotidiana. Lo cierto es que en una sociedad
cada vez más competitiva, guiada por la velocidad y la eficacia, los casos de
estrés aumentan y se traducen en distintos problemas como malestar emocional,
nervios, problemas en el sueño y enfermedades.

Pero, ¿qué es lo que nos genera estrés? Desde
problemas en el trabajo y motivos personales hasta situaciones demandantes e
inestabilidad laboral, son muchas las situaciones que nos hacen sentir que nada
cambiará y que el estrés es inevitable. Y acá está el primer error: hay muchas
pequeñas decisiones de nuestra vida que están bajo nuestro control. Modificar
esas pequeñas cosas es manejar el estrés en la vida cotidiana: cambiar aquellos
pensamientos, emociones, horarios o entornos que contribuyan a generarnos
malestar. La meta para mejorar la calidad de vida es conseguir un balance entre
el trabajo, la diversión, las relaciones afectivas y el relax.

¿Cómo hacer para que el estrés no afecte negativamente
nuestra vida cotidiana? Primero, es necesario identificar sus causas, que son
únicas para cada persona. Además, aunque pueda parecer evidente, las raíces del
estrés no siempre son obvias. Por ejemplo, podemos pensar que nos estresa
determinada situación cuando en realidad el punto de conflicto es la
sobre-exigencia que nosotros mismos nos generamos por miedo a fallar.

Para identificar las causas de estrés podemos hacer
distintos ejercicios. Repasar cómo es uno de esos días que más nos estresan,
qué hicimos y cómo nos sentimos es una buena manera. Otra opción es
preguntarnos cómo solemos pensar el estrés: ¿es algo que siempre calificamos de
‘pasajero’ aunque estemos sufriéndolo todo el tiempo? ¿Lo pensamos como parte
integral de nuestra vida cotidiana, más allá de nuestras propias actitudes al
respecto? ¿O creemos que es un problema de personalidad?

Por último, debemos identificar de qué modo lidiamos
actualmente con el estrés. Hay algunos mecanismos que afectan nuestra salud,
como fumar, tomar alcohol en exceso, comer de más o de menos, pasar mucho
tiempo frente a la televisión o la computadora, aislarse, tomar medicamentos
relajantes, dormir demasiado, no tener ningún minuto libre durante el día. Si
recurrís a alguno de estos recursos sin darte cuenta, es necesario que lo
cambies por hábitos más saludables.

Y ahora sí, algunas estrategias recomendadas por especialistas para
manejar el estrés:

1. Evitar
estrés innecesario
.

a. Si bien a veces no puede evitarse, hay otras que sí
está bajo nuestro control. Conocé tus límites y respetalos. Aprendé a decir
“no”, tanto en tu vida personal como en la laboral.

b. Alejate de las personas que te estresan. Si alguien
te genera nervios y/o malestar reiteradamente, esa persona no merece estar cerca
tuyo.

c. Revisá y organizá tu lista de tareas pendientes.
Analizá tu cronograma y responsabilidades: si te propusiste hacer demasiadas
cosas, distinguí entre los “debería” y “debo”. Eliminá las tareas innecesarias.

2. Modificar la
situación
. Si no podés evitar la situación de estrés, tratá de modificarla,
incluso si eso requiere pensarla de otra manera o cambiar tu forma de actuar.
Por ejemplo, expresar tus sentimientos en lugar de reprimirlos puede ser una
solución para disminuir la tensión. También es útil decir las cosas
directamente, y no postergar tu propia vida; por ejemplo, si tus compañeros
hacen mucho ruido y eso te impide concentrarte, pediles amablemente que bajen
la voz o la música así podés cumplir con tu tarea.

3. Adaptarte al
estresor
. Los estresores o fuentes de estrés a veces no pueden modificarse,
entonces sos vos quien tiene que cambiar, regulando tus expectativas o
modificando tu actitud. Mirar los mismos problemas desde distintas
perspectivas, ser menos perfeccionista, focalizarte en el lado positivo son
actitudes muy recomendables. ¿Cómo lograrlo? Cada vez que tengas un pensamiento
negativo, que repercute en tus reacciones corporales y emocionales, tratá de
pensar algo positivo. Eliminá palabras como “siempre”, “nunca”, “debería”,
“debo”, y los pensamientos derrotistas.

4. Aceptar las
cosas que no podés cambiar
. Estresores vinculados con la muerte, el amor,
las enfermedades serias, entre otros, van más allá de cualquier acto de
voluntad. En estos casos, lo mejor que podés hacer para manejar el estrés es
aceptar las cosas como son. Algunas ideas: no tratar de controlar lo
incontrolable, mirar el vaso medio lleno –“lo que no mata, fortalece” –,
compartir tus sentimientos y aprender a perdonar.

5. Tener tiempo
para la diversión y el relax
. Si te tomás tiempo libre, vas a poder lidiar
mejor con los estresores de la vida cotidiana. ¿Cómo podés aprovechar esos
ratos de ocio? Ir a caminar, tomar un baño largo, salir o charlar por teléfono
con amigos, estar al aire libre, jugar con una mascota, leer un buen libro,
escuchar música, disfrutar una rica infusión, mirar una comedia, hacerte
masajes y, en definitiva, atender a tus propias necesidades. La clave: cada día
hacer al menos una cosa que disfrutes.

6. Llevar una vida saludable. La buena alimentación y el ejercicio
físico regular son grandes ayudas para disminuir el estrés.


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