Doping en los deportes: los nuevos riesgos genéticos de hacer trampa

Las nuevas drogas para mejorar la
performance deportiva actúan sobre el ADN de los atletas, exponiéndolos a
riesgos que ni siquiera sabíamos que existían.

El mundo del alto rendimiento
deportivo se ha acostumbrado al uso de sustancias químicas como anabólicos y
hormonas para mejorar el desempeño físico y mental de los atletas. Aunque se lo
combate rutinariamente con tests y pruebas de rutina y sorpresivas, el doping
encuentra siempre la manera de evadir los controles; muchas veces, los mismos
encargados de controlarlo son los que lo proveen, como se puede ver en el
excelente documental, ganador del Oscar, Icarus (2017).

Desde comienzos de los años 2000,
sin embargo, los avances en terapias génicas abrieron la puerta a nuevas técnicas de dopaje, manipulando genes
específicos de las personas (como el IGF-1, que permite estimular el
crecimiento muscular). Desde el año 2002, las organizaciones deportivas
globales han estado atentas a la posibilidad de una modificación genética de
los atletas para lograr mayores rendimientos físicos, una posibilidad
indetectable con las técnicas existentes.

Las técnicas disponibles en la
actualidad hacen que el proceso sea todavía caro y extremadamente complejo.
Durante muchos años, por ejemplo, los ciclistas han usado eritropoyetina para
aumentar la cantidad de glóbulos rojos y, de esta manera, tener más oxígeno en
la sangre. Los nuevos análisis permiten detectar cuando una persona se inyecta
esta proteína, puesto que no coincide con su perfil genético. Sin embargo, las
nuevas técnicas podrían hacer que el organismo del deportista generara él mismo
más eritropoyetina, y obtendría el mismo resultado pero sin dejar huellas de
una intervención externa.

Otra técnica disponible es la
“edición genética”: los científicos pueden alterar, extraer o sustituir
secuencias del ADN de una persona para cambiar sus características físicas.
Algunas técnicas, como la llamada CRISP Cas9, son ya conocidas, al punto de que
se comercializan kits caseros de edición genética sobre cuyos efectos
secundarios no se sabe nada. Algunos expertos sospechan que ya hay atletas
modificados genéticamente sin que nadie haya podido detectarlos aún.

La verdad es que el sistema de alta
competencia mundial está diseñado para premiar la alteración genética: aquellas
personas que tienen una mutación evolutiva arbitraria que los hace más fuertes,
más grandes, más resistentes o más veloces son premiadas con récords, medallas
y premios millonarios. De allí que para algunos expertos, como el comunicador AndyMiah, la modificación genética y el doping no son un obstáculo sino el
futuro del deporte, y los esfuerzos deberían enfocarse en hacerlos en un
contexto médico adecuado, en vez de relegarlos al ámbito de la clandestinidad.

¿Y vos qué opinás? ¿Es el doping
una conducta antideportiva que da ventajas injustas, o la consecuencia
esperable de una lógica hipercompetitiva que busca la espectacularidad?

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