En el mes en que se conmemora el día mundial del SIDA: ¿estamos cerca de una vacuna?

Cada 1 de diciembre se recuerda el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Te contamos los avances realizados en el tratamiento de la enfermedad en las últimas décadas y el sueño cada vez más cercano de una vacuna.

El Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA) era hace algunas décadas una epidemia global, mortal, misteriosa y sin tratamientos eficaces. Después de una década del ochenta en la que decenas de famosos murieron a causa de la enfermedad, muchos prejuicios fueron exitosamente combatidos en los años noventa. Hoy sabemos que el SIDA es un conjunto de síntomas extremos que se producen en un organismo afectado por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Sabemos que ataca el sistema inmune y deja nuestro cuerpo sin defensas frente a infecciones causadas por bacterias, virus y hongos, de manera que una simple gripe puede ser mortal. Sabemos también que se contagia a través de la sangre, el semen, las secreciones vaginales y la leche materna, de manera que puede prevenirse muy sencillamente.

Con el desarrollo de nuevos tratamientos y una atención constante, se ha logrado convertir al VIH en una enfermedad crónica, aunque todavía incurable. Los nuevos medicamentos no logran deshacerse del virus, pero sí impiden que se reproduzca, logrando de esta manera disminuir la carga viral en el organismo y facilitando la recuperación parcial del sistema inmune. El tratamiento, sin embargo, es de por vida; su interrupción lleva a que el virus vuelva a recuperar su vitalidad y genere el síndrome mortal por el que lo conocemos.

Aunque en los años noventa y comienzos de los 2000 hubo muchas campañas de prevención y concientización sobre el SIDA y las situaciones de riesgo, los avances científicos y el descenso en las campañas han generado un efecto de despreocupación por la enfermedad, como si todavía no fuera incurable. En nuestro país, cada año se registran alrededor de 6000 nuevos casos, el 90% de los cuales fueron producto de mantener relaciones sexuales sin preservativos. Un estudio de la ONU de 2016 indicó que Argentina era el país latinoamericano con mayor tasa de contagios: mientras que a nivel global hubo un descenso del 0,7% en la última década, en nuestro país hubo un aumento del 7,8%. Cada año mueren 1400 personas por la enfermedad.

Esto indica que el VIH todavía dista de ser una enfermedad del pasado, y es por ello que equipos de investigadores de todo el mundo trabajan en el desarrollo de vacunas para prevenir y/o curar el virus.

Las vacunas: ¿por qué no sirven (todavía)?

En efecto, aunque la prevención sigue siendo el único método eficaz para evitar la enfermedad, los resultados muestran que ésta sigue presente y, en casos como el nuestro, avanzando. Es por este motivo que desde su descubrimiento existen equipos científicos trabajando para desarrollar una vacuna, y es frecuente oír en los medios de comunicación que la cura es inminente.

Existen dos grandes tipos de vacunas: las preventivas (destinadas a evitar el contagio) y las terapéuticas (destinadas a curar a la persona ya infectada). ¿Por qué es tan difícil su desarrollo? Hay tres razones principales:
– No se puede copiar la respuesta inmunológica natural frente al virus. Las vacunas contra el sarampión, por ejemplo, se desarrollaron copiando el modo en que el cuerpo se curaba solo, al menos en algunos casos. De esta manera, los científicos podían ver qué procesos se desarrollaban y emularlos artificialmente. En el caso del VIH no se ha encontrado a nadie que se haya curado solo; en consecuencia, no hay un proceso que imitar.
– Muta frecuentemente. No solo entre distintas cepas o incluso entre personas, sino que también se ha observado la mutación del virus a lo largo del tiempo en un mismo individuo. En consecuencia, las vacunas deben servir para un espectro más grande y diverso, puesto que de lo contrario podría servir para una clase del virus pero no para las demás.
– Las pruebas en animales son poco concluyentes. Los resultados más promisorios en este campo son combatiendo el Virus de la Inmunodeficiencia Símica, del cual deriva el VIH, que ataca a los simios.

Las vacunas en la actualidad: resultados recientes

En el año 2015 concluyó un estudio de 16.000 personas, el más grande hasta el momento, destinado a probar dos vacunas experimentales contra el VIH desarrolladas con ayuda de la ingeniería genética. El resultado fue de un 31% de eficacia, es decir, de personas que no se infectaron en comparación con quienes recibieron un placebo.

Aunque es un porcentaje muy bajo para una vacuna, es la primera vez que una técnica de este tipo muestra alguna protección real contra el virus. Esto significa que el camino estaría algo más allanado y que los científicos deberán estudiar cómo fue la inmunidad desarrollada en estos casos para tratar de potenciarla.

Otra vía prometedora para el desarrollo de una vacuna es la de los llamados “controladores de élite”, pacientes que contrajeron el VIH pero nunca desarrollaron los síntomas del SIDA. A la inversa, personas sanas con conductas de riesgo, que se han expuesto repetidas veces al virus pero nunca se contagiaron, también ayudan a entender de qué manera el cuerpo puede desarrollar –o tener de manera innata- anticuerpos naturales para el virus.

La única respuesta eficaz: prevenir

Aunque puedan controlarse los síntomas y evitar la mortalidad, el VIH sigue siendo incurable y condena a quienes lo sufren a un tratamiento crónico que lo hará depender de por vida de cócteles de medicamentos y sus efectos secundarios.

A pesar de los años de campañas preventivas, hay costumbres difíciles de desarraigar, y es por ello que debemos repetir la información tantas veces como sea necesario:
– El preservativo es el único medio para prevenir el contagio en las relaciones sexuales, sean por vía vaginal, oral o anal.
– Los materiales de inyección (agujas y jeringas) deben ser descartables y usarse una única vez.
– Si una persona se encuentra expuesta a situaciones de riesgo con frecuencia, puede usar un tratamiento de preexposición que disminuye –aunque no anula- las probabilidades de contagio.
– La mujer embarazada puede transmitir el virus a su bebé durante el embarazo, el nacimiento o la lactancia. Existen tratamiento que reducen hasta un 1% las probabilidades de contagio, siempre y cuando la madre sepa que es VIH positiva y siga las indicaciones de su médico.
– Ante la duda, es importante hacerse un test de VIH para protegerse a uno mismo y a los demás. Es confidencial y gratuito en todos los hospitales públicos del país.

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