Inteligencia artificial y el futuro del empleo

Para algunos, el futuro
próximo trae más desempleo y desigualdad; para otros, una oportunidad para ser
más humanos. Te acercamos las principales proyecciones acerca del impacto de
las nuevas tecnologías en el mundo del trabajo.

Es muy probable que en la
última semana hayas chateado con un robot sin saberlo. La mayoría de los
servicios de atención al cliente online en nuestro país son realizados por
chatbots, robots que chatean,
interpretan lo que decís y te contestan de una manera completamente humana. En
mayo de este año, Google mostró cómo su asistente virtual podía conversar con
una peluquera y pedirle turno sin que sospechara que no estaba hablando con una
persona (podés ver el video, en inglés,
acá). En 2016, una
inteligencia artificial conectada a una impresora 3D
pintó un cuadro completamente original (y bastante bueno), imitando todas las
características del estilo de Rembrandt.

Ya no se trata de máquinas
que reemplazan a personas en movimientos mecánicos y repetitivos, como los
telares de la revolución industrial. Se trata de tecnologías que, sean
mecánicas o no (un chatbot es un software, no una máquina), pueden aprender de
su experiencia y de la experiencia de los demás, desenvolverse en nuevas
situaciones y crear nuevos productos o acciones.

¿Qué significa esto en
términos de empleo? ¿Cómo impactan las nuevas tecnologías en el mundo del
trabajo?

 

Sobre
inteligencias artificiales, robots y bots

Primero aclaremos los
términos:

– Los robots son máquinas, habitualmente electromecánicas, que obedecen a
un programa informático o circuito electrónico previamente diseñado. Los brazos
robóticos que construyen automóviles, soldando, cortando o pintando con rapidez
y precisión, son ejemplos típicos de robots.

– Los bots, en cambio, son programas informáticos que realizan tareas
repetitivas, como difundir tweets automáticamente para generar más popularidad
en una cuenta, o chatear con clientes para resolver dudas o preguntas
habituales.

– La inteligencia artificial, por último, es un sistema informático
capaz de llevar a cabo tareas cognitivas típicas de la inteligencia humana,
como aprender y resolver problemas. En la actualidad, cada vez más se integra
inteligencia artificial al funcionamiento de bots y robots, por ejemplo para
cumplir funciones de rescate sin necesidad de control humano, como Atlas.

Los robots impactan
directamente en los trabajos con menor nivel de calificación y más repetitivos.
Según un informe reciente,
la mitad de los trabajos actuales van a estar automatizados para el año 2055,
incluyendo no sólo empleos industriales en la fabricación de objetos, sino
también servicios de venta, revisión de documentos y atención al cliente. Es
imposible, continúa el informe, saber cuáles serán los trabajos que sobrevivirán
al proceso de automatización porque, aun cuando una actividad no pueda ser
enteramente automatizable, sí pueden serlo algunos de sus componentes. Como el
corrector automático de textos que indica mis errores al escribir esta nota, y
los arregla.


La
tecnología crea más empleos de los que elimina

Un estudio del año 2015 mostraba que, desde el auge de la revolución industrial de la
segunda mitad del siglo XIX, hubo una sensible baja en trabajos físicamente
exigentes, peligrosos y rutinarios, como el sector industrial y la agricultura.
Ambos fueron los primeros en sufrir una súbita baja de puestos de trabajo,
puesto que la automatización aumentó la productividad y bajó los costos muy
rápidamente. Así, por ejemplo, en el Reino Unido hubo un descenso del 95% de la
cantidad de trabajadores rurales entre 1871 y 2011. Sin embargo, los trabajos
en el rubro de cuidados de la salud aumentaron muchísimo más: en 2011 hubo 909%
más de trabajos en enfermería que en 1871. Los aumentos en áreas semejantes
fueron igual de llamativos: 580% de aumento en los trabajos educativos (como
docentes y auxiliares), 183% en asistentes sociales y trabajadores de la niñez
y la juventud, 168% en trabajos de cuidado doméstico a ancianos y niños. En
cambio, bajaron los trabajos manuales menos calificados y más repetitivos: cayó
en un 79% el empleo de tejedores, 57% el empleo de tipógrafos y 50% los puestos
de secretarios y secretarias personales.

Según los autores de esta
investigación, entonces, la tecnología no elimina un stock inamovible de
empleos disponibles en una sociedad, sino que abandona algunos para promover y
crear otros. En la etapa actual, los trabajos vinculados al conocimiento, la
flexibilidad y el vínculo con otras personas son los que requieren de mayor
mano de obra, incluyendo aquí a programadores e ingenieros. Al mismo tiempo, el
descenso que la automatización trajo para los costos de producción de bienes
esenciales (como el alimento o la vestimenta) aumentó la demanda de bienes
suntuarios: nuevos gadgets tecnológicos, TVs, la creciente industria de
videojuegos, etc.


¿Qué sucede
en la Argentina?

Nuestra situación actual
parece estar lejos de este escenario. La matriz productiva del país no ha
privilegiado la economía del conocimiento sino los modelos industriales,
agrarios y de servicios tradicionales. Según un
informe del Banco Mundial, el nuestro es el país con mayor cantidad de puestos de
trabajo en riesgo: se estima que un 64,6% de los empleos actuales son
amenazados por las nuevas tecnologías. Esto se debe a que la fuerza de trabajo
en nuestro país tiene menor formación, una mayor informalidad y servicios
públicos de peor calidad, que aumentan los costos de producción con humanos.

De allí la necesidad de
re-entrenar y reconvertir a los trabajadores de las áreas en riesgo en nuevos
puestos de trabajo: aunque las nuevas tecnologías crean pocos empleos directos
(un solo programador puede atender una red de bots), producen condiciones
adecuadas para el desarrollo de otros nuevos. Una de las claves es la educación
y la capacitación: en los países en vías de desarrollo hay un aumento promedio
del 15% de los ingresos por cada año extra de educación. Otra es el mismo
sector tecnología: mientras que en nuestro país las Tecnologías de Información y
Comunicación (TIC) representan el 1% del mercado de trabajo, en los países
miembros de la OCDE suman entre el 3 y el 5% del total.

A pesar de esta evidencia,
que hace obsoletos muchos puestos de trabajo actuales, y de la falta de certeza
acerca de cuáles serán los “trabajos del mañana”, sabemos que los trabajadores
deberán desarrollar habilidades flexibles, transferibles de un sector a otro,
basadas en la capacidad de crear en nuevos escenarios basados en el factor
humano y el conocimiento.

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