¿Cuánto afectan las emociones a las enfermedades y su tratamiento? Aunque es un tema siempre controvertido, estudios recientes indican que pueden hacerlo, y mucho.
Si pensamos que las personas somos una suma de componentes (un cuerpo, una mente, emociones, lazos sociales), entonces una enfermedad física se trata sólo por medios físicos. Si, en cambio, consideramos que somos un todo que incluye esas dimensiones, entonces el panorama cambia: la enfermedad afecta a la persona en su conjunto, y el tratamiento debe hacerse desde el conjunto que forma a la persona.
Esa es la línea de trabajo de la psiconeuroinmunoendocrinología, que estudia las interacciones entre el los procesos psíquicos, el sistema nervioso, el sistema inmune y el sistema endocrino del cuerpo humano.
La ginecóloga Florencia Salort, especialista en este campo, ha investigado precisamente cómo una vida social activa, una sexualidad plena y el disfrute de las actividades cotidianas (como el trabajo o las actividades domésticas) ayudan como protectores del sistema inmunológico. En efecto, para la médica, este tipo de emociones activan zonas específicas del cerebro que liberan sustancias, neurotransmisores y neurohormonas, que originan cambios físicos capaces de producir, mantener o provocar síntomas -e incluso algunas enfermedades- que sufrimos.