Marihuana medicinal y marihuana recreativa: un debate inevitable

El Congreso argentino dio media sanción a una ley que legaliza y regula el uso medicinal del aceite de cannabis. En Uruguay, desde 2013 es legal el autocultivo y el consumo personal. En Estados Unidos, cada vez más estados aprueban el consumo recreativo de la marihuana. Polémicas y un debate del que ya no podemos escapar.

¿Qué son las drogas? Aunque en medicina se llama así a todo fármaco o principio activo que pueda emplearse para curar enfermedades, en el lenguaje cotidiano usamos esta palabra para denominar a las sustancias psicoactivas que se consumen tanto de manera recreativa como en contextos de abuso. Y acá empieza el debate: ¿pueden definirse las drogas por la ilegalidad? Según estudios recientes, las drogas psicotrópicas más consumidas del mundo son el alcohol, la cafeína y la nicotina, todas ellas legales, de acceso libre y altamente adictivas. ¿Pueden definirse, entonces, por ser adictivas? En el caso de las llamadas “drogas duras” (como la cocaína, la heroína o el alcohol), la sustancia genera dependencia tanto física como psíquica. En el caso de las “drogas blandas” (la marihuana o la cafeína), en cambio, la adicción puede producirse de manera sólo física o sólo psíquica.

En nuestro país, el consumo de ambos tipos de drogas ha aumentado de manera alarmante, sobre todo entre los más jóvenes: el uso de drogas de diseño entre los alumnos de escuelas secundarias ha aumentado un 300% en tres años. El 4% de los estudiantes ha consumido cocaína en el último año (el doble que en 2011), mientras que el 58% consume alcohol.

De las drogas ilegales, sin embargo, la más popular es la marihuana: el 21% de los estudiantes secundarios consume, al menos una vez al año, marihuana (un 75% más que en 2011). El 35% de los consumidores lo hace al menos dos veces por semana. Estas cifras son más altas que en la población general (17%), de manera que permiten prever un aumento del consumo adulto para los próximos años.

¿Qué hacer?

Existen cuatro grandes posturas con respecto a la legalidad de la marihuana: prohibirla totalmente, prohibir su comercialización pero tolerar el consumo personal, legalizar su uso medicinal y legalizar su consumo recreativo.

La primera se adoptó durante la llamada “guerra contra las drogas”, pero tuvo el efecto opuesto, aumentando el consumo ilegal y el poder de los narcos. Actualmente, son muy pocos y muy cuestionados los países que sostienen esta posición; tal es el caso de Indonesia, que pena con la muerte el tráfico (fusiló a 14 personas en 4 meses de gobierno) y con duras penas de cárcel el consumo.

En la segunda podemos ubicar, hasta cierto punto, a la Argentina: un fallo de 2009 de la Corte Suprema absolvió a una persona acusada de tenencia de cigarrillos de marihuana para consumo personal y en el ámbito privado. Esto no significa que sea legal; por el contrario, las personas todavía pueden ser detenidas y procesadas por tenencia. Lo único que garantiza es que, si el juicio llega hasta la última instancia, el acusado será absuelto, pero luego de muchos años de proceso. Sienta también un precedente para los jueces, aunque no es obligatorio.

La tercera postura se ha adoptado en algunos países, aunque no de la misma manera. En Estados Unidos, por ejemplo, 24 estados han aprobado el uso medicinal de la marihuana, aunque con grandes diferencias. En algunos casos las personas pueden acceder a las flores de la planta, previa receta médica, en centros especializados. En otros casos, en cambio, sólo se puede acceder a productos químicos derivados de sus componentes y certificados por laboratorios.

Por último, el caso de Holanda es paradigmático de la despenalización del consumo de drogas, especialmente de la marihuana, para su uso recreativo, pero en ciertas condiciones. Desde 1976 existen establecimientos especiales para el consumo de drogas blandas, de manera que sigue siendo ilegal hacerlo en lugares que no sean los habilitados. Frente a una serie de abusos en el incremento de la concentración de sustancias, en 2013 se introdujeron modificaciones en la ley, haciéndola un poco más estricta. En Estados Unidos, ya son ocho los estados que permiten el autocultivo de marihuana, regulan la venta de semillas y despenalizan su consumo, aunque siempre en el ámbito privado.

Argentina y Uruguay

Desde diciembre de 2013, Uruguay ha regulado la producción (controlada por el Estado), la comercialización, la tenencia y el consumo de marihuana.

La ley establece un registro en el que deben inscribirse los consumidores, que podrán adquirir hasta 10 gramos semanales en farmacias autorizadas. Se regula también el cultivo para consumo (en clubes privados de no menos de 15 y no más de 45 socios) y para investigación científica. Desde la reglamentación de la ley, el país tiene la política más flexible del mundo en torno a la despenalización de la marihuana. Es sorprendente que la ley se aprobara aún cuando la mayoría de la población estaba en desacuerdo: el 66% de los uruguayos se opusieron a la ley, contra el 24% que la apoyó (y un 10% sin opinión al respecto). Aunque declara un objetivo de prevención y tratamiento de los adictos, la verdad es que en Uruguay el consumo de marihuana ha aumentado considerablemente, sobre todo entre los más jóvenes: desde la ley, aumentó a casi el doble su consumo entre estudiantes secundarios, que fuman más marihuana que tabaco.

En Argentina, 27% de la población se pronuncia a favor de la despenalización de su consumo. La ley, sin embargo, sigue siendo muy estricta al respecto, y una persona puede ser detenida tanto por consumo como por posesión de sustancias, incluido el cannabis. En este sentido, existen movimientos muy organizados que buscan la despenalización, sobre todo para su uso medicinal. El 23 de noviembre, la Cámara de diputados aprobó un proyecto que busca regular la importación y consumo del aceite de cannabis con fines médicos, aunque no incluyó el autocultivo, que era uno de los principales reclamos de los impulsores de la ley. Algunas asociaciones médicas, sin embargo, advierten que los riesgos de su uso pueden ser superiores a sus beneficios, sobre todo si se la fuma. En términos generales, su efecto medicinal no es tanto curar como tratar ciertos síntomas específicos, como el dolor o las náuseas.

En esta situación, el debate está planteado: despenalización, ¿sí o no?

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