Mitos y verdades sobre la salud en el invierno: a cuidarse más y mejor

Generaciones de madres y abuelas recitando al salir de casa la letanía del invierno “¿Llevás campera, bufanda, guantes, pañuelo, medias abrigadas? No te agites, tapate la boca para toser, tomá jugo de naranja para prevenir…” entre tantas otras recomendaciones nos han convencido de que existen los amuletos mágicos para protegernos del invierno. Pero no todos funcionan como esperamos; es preciso adecuar las conductas habituales al clima frío para que el invierno no haga mella en nuestra salud.

Desmitificando el invierno

-El abrigo no nos protege de las enfermedades de invierno porque la gripe y el resfrío se contagian exclusivamente por contacto con personas infectadas. Es más, los ambientes cerrados sin ventilación suelen ser potencialmente más propicios para contraer una enfermedad contagiosa que los espacios abiertos y/o ventosos.
-Las bebidas calientes mejoran el malestar de las vías nasales y la garganta, pero no curan ni previenen enfermedades.
-El jugo de naranja no previene los resfríos, aunque sí es útil para acortarlos.
-El alcohol no ayuda a entrar en calor, al contrario, el consumo de alcohol hace que la sangre se traslade desde los órganos internos hacia la piel brindando una engañosa sensación de calor. Además, disminuye la capacidad del cuerpo para temblar y crear calor adicional.

Verdades para pasar un invierno saludable

-Lavarse las manos con agua y jabón cada vez que volvemos de la calle, tocamos superficies que han pasado por muchas manos (como el dinero, un pasamanos, etc.), antes de cocinar o comer, después de ir al baño, etc. Si no podemos hacerlo, podemos llevar alcohol en gel para desinfectarnos.
-Ventilar todos los ambientes a diario entre 5 y 10 minutos. Si es posible, generar una corriente que permita renovar el aire rápidamente y no perder calor.
-No fumar y mantener los ambientes libres de humo. La exposición al humo (propio o ajeno) afecta nuestras vías respiratorias, precisamente las que más deberíamos cuidar en esta época. A pesar de la legislación, y los importantes cambios en la conducta de los fumadores registrados en los últimos años, todavía hay quienes fuman en el ámbito laboral. Esto último puede llevar a sanciones legales, al ser considerado como lugar insalubre. -No automedicarse. Consumir remedios sin prescripción y supervisión médica puede producir intoxicación y ocultar síntomas importantes de una enfermedad. Si la automedicación impide el diagnóstico correcto, sólo sirve para empeorar tu salud, no para mejorarla.
-Generar situaciones de esparcimiento pese al clima y a la falta de luz de día. El invierno causa el llamado “trastorno afectivo estacional” debido a la baja en la producción natural de melatonina y serotonina. Con lo cual es preciso gestionar momentos de disfrute y ambientes alegres que ayuden a contrarrestar estos efectos psíquicos indeseados del invierno.

Naturalmente, estos consejos se aplican al hogar y también al ámbito laboral, en el que pasamos entre 6 y 8 horas diarias y, por lo tanto, se constituye en uno de los ambientes donde nos exponemos a los contagios invernales.

La gran duda de todos los inviernos: ¿quiénes tienen que darse la vacuna contra la gripe?

La Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles, dependiente del Ministerio de Salud, lanzó la campaña para la vacunación antigripal. Según indica esta Dirección, la vacunación oportuna es la herramienta de mayor eficacia e impacto para la prevención. Aunque, como señalamos antes, el lavado adecuado de las manos o su desinfección en forma frecuente es otra medida de alto impacto para evitar la transmisión de la gripe y de otras enfermedades infecciosas. Además, cumplir con medidas de control al toser o estornudar (como cubrirse con el codo) contribuye a disminuir la posibilidad de transmisión del virus.

Durante este año la vacuna está disponible en Argentina desde el pasado mes de abril. Lo óptimo es vacunarse antes del inicio del invierno, de todas maneras, mientras haya circulación de virus, las personas de los grupos de riesgo que no hayan sido vacunadas deberán vacunarse, ya que las defensas (anticuerpos) se producen entre los 10 y 14 días posteriores a la vacunación.

Los grupos considerados como “de riesgo” y que deben recibir la vacuna son:

-Trabajadores del ámbito de la salud.
-Embarazadas (preferentemente pasados los 3 primeros meses) y puérperas.
-Todos los niños de 6 a 24 meses (en dos dosis separadas por un mes).
-Niños y adultos de 2 años a 64 años que presenten ciertas condiciones como: enfermedades respiratorias, enfermedades cardíacas, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, pacientes trasplantados, diabéticos, personas con insuficiencia renal crónica en diálisis, etc.
-Mayores de 65 años.

Para estas personas, las vacunas cuentan con la cobertura del 100% por parte del Estado. Las personas entre 2 y 64 años que no registran enfermedades consideradas como “de riesgo” pueden vacunarse preventivamente, aunque en ese caso deben abonar un canon.

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