Drogas sintéticas: qué son y por qué son tan peligrosas

Cada mes se producen nuevas drogas de laboratorio, como las pastillas “Superman”, que causaron 5 muertes en la fiesta Time Warp de abril de este año. Cada vez más fáciles de conseguir y más difíciles de legislar, te contamos qué son y por qué son tan peligrosas.

La pastilla “Superman” produjo 4 muertes en Gran Bretaña en 2014, y 6 muertes en Estados Unidos en 2015. A pesar de los alertas internacionales, esta nueva droga llegó a América Latina a través de nuestro país, dejando un primer saldo de 5 fallecidos por su consumo.

A pesar de su trágica popularidad reciente, se trata apenas de un ejemplo de las llamadas “drogas sintéticas” o “de laboratorio”. A diferencia de otras, como la cocaína y la marihuana, no se obtienen de un vegetal, sino a través de la manipulación molecular de componentes químicos, muchos de los cuales no son ilegales. Como esto permite aumentar los efectos psicoactivos a voluntad de quien la fabrique, se las denomina también drogas “de diseño”. Sin embargo, al no tener controles, ser fabricadas de manera clandestina y con una alta variabilidad en su composición, sus efectos son a menudo impredecibles.

Uno de los grandes problemas en la lucha contra este tipo de drogas es que los componentes que permiten producirlas son legales en la mayoría de los países. Por dar un ejemplo, hace menos de diez años que se ha restringido la compra/venta de efedrina, que es el componente principal para la producción de metaanfetamina. Por otro lado, al tratarse de productos de laboratorio con un alto grado de especialización, basta con alterar una sola molécula del producto final para que éste deje de estar incluido en los listados nacionales e internacionales de drogas peligrosas.

Existen numerosas variedades y clases, que se actualizan con cada innovación química. Quizás la más conocida, y a la que pertenece la “Superman”, es el MDMA o “éxtasis”, que se consume habitualmente bajo la forma de pastillas. También son utilizadas las “sales de baño” o la “ketamina”, un anestésico veterinario que se administra como líquido (inyectable u oral), polvo o comprimidos. Otras drogas sintéticas se inhalan, como el “lanzaperfume”, el “Popper” o el GHB. Casi todos estos productos son derivados de la industria farmacéutica que fueron abandonados durante la etapa de desarrollo por sus efectos adversos para la salud.

Por la variabilidad de condiciones de producción de las drogas sintéticas (es decir, porque no se sabe “qué tienen adentro”), algunos países -como España- incluyen laboratorios móviles de control de drogas. Ubicados habitualmente en zonas de riesgo, como las fiestas electrónicas, realizan tests químicos sobre las sustancias antes de que los usuarios las consuman para detectar componentes riesgosos, además de los que producen el efecto psicoactivo. En nuestro país, algunas organizaciones realizan este tipo de pruebas, aunque esta práctica no se encuentra legislada.

Los efectos de estas drogas sin control pueden ser devastadores. Desde alucinaciones, episodios psicóticos y paranoia hasta paros cardiorrespiratorios y derrames cerebrales. Su consumo puede producir daños neurológicos y nerviosos irreversibles, que afectan de manera permanente la personalidad y los vínculos del usuario.

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