Reanimación Cardiopulmonar

En 2010 se cumplió el 50 aniversario de la primera publicación médica en la que se documentó la supervivencia en un paro cardiorrespiratorio a partir de maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) a tórax cerrado.

Los profesionales y expertos en reanimación siguen procurando reducir la mortalidad y discapacidad derivadas de las enfermedades cardiovasculares y del accidente cerebrovascular. Tanto los testigos presenciales como los paramédicos y rofesionales de la salud que primero tomen contacto con el paciente tienen un papel fundamental en la supervivencia del mismo. Está comprobado que en la mayoría de los casos los testigos presenciales no se atreven por desconocimiento o temor aplicar RCP.

La American Heart Association (AHA), entidad rectora mundial en este tema, ha publicado una nueva guía de recomendaciones que incluye algunos cambios respecto de lo habitualmente conocido y aceptado, con el objeto de inducir a una mejor y mas frecuente práctica de reanimación por parte del público en general.

Hasta aquí, frente a una persona que se desplomaba y de la que se sospechaba un paro cardiorespiratorio, la secuencia indicaba comenzar observando, escuchando, tratando de sentir la respiración. Inmediatamente liberar la vía aérea, eliminar las barreras al normal flujo de aire (dentaduras postizas, prótesis, alimentos, etc), comenzar con dos breves insuflaciones y luego con las compresiones torácicas, en tanto se solicitaba y esperaba la ayuda especializada.

Era así que el primer eslabón de esta cadena resultaba el mas difícil técnicamente y el que mas resistencias de la índole del pudor o similares podía ocasionar al eventual socorrista, al punto de desalentarlo.

Hoy se indica arrancar directamente con las compresiones, sin siquiera intentar “escuchar la respiración”, al punto que se ha popularizado la expresión “hands only” (solo manos), sobre todo cuando actúa un solo socorrista. La premisa es comprimir fuerte, comprimir rápido. Producir con las manos entrelazadas un desplazamiento de 5 cm cada vez, en el centro del tórax, sobre la superficie ósea del mismo. Como mínimo, cien (100) veces por minuto. Permitiendo que el tórax se expanda totalmente entre compresión y compresión. Practicando dos breves insuflaciones o “respiraciones” de no más de un segundo cada 30 compresiones, inclinando la cabeza y levantando el mentón del enfermo al insuflarlo. Si el socorrista no está seguro de cómo insuflar al paciente debe continuar con las compresiones torácicas sin interrumpirlas. No es aconsejable una interrupción de más de 10 segundos de las mismas.

La Fundación Cardiológica Argentina, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y la Fundación Emme, entre otros, brindan cursos de Reanimación Cardiopulmonar para personas interesadas en adquirir estos conocimientos, que no sean profesionales de la salud, los cuales recomendamos fuertemente.

La Dirección

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