Salud sexual en las mujeres: un estudio reciente muestra el riesgo para las mayores de 40

Con estadísticas descendientes de uso del
preservativo, y aumentos alarmantes en el contagio de enfermedades de
transmisión sexual, las mujeres de entre 45 y 59 años son una población de
riesgo poco conocida.

 

El SIDA revolucionó las costumbres sexuales de todo
el mundo occidental desde su descripción en la década del ochenta. De Filadelfia
(1993) a Dallas Buyers Club (2013), el cine mostró el impacto cultural
de la enfermedad y el abanico de actitudes sociales que despertaba el
diagnóstico de lo que era, hasta hace pocos años, una sentencia de muerte. En
esos años, las campañas de prevención lograron generar conciencia acerca del uso
de materiales descartables en instrumentos de peluquería y tatuajes, e
instrumentos cortantes y punzantes como las jeringas, agujas y afeitadoras.           El preservativo fue el eje central de
las campañas de prevención, porque la principal causa de contagio eran -y
siguen siendo- las relaciones sexuales sin protección. Al mismo tiempo, la
investigación médica volcaba grandes esfuerzos al desarrollo de vacunas y tratamientos destinados a
combatirlo, destacándose el Tratamiento Antirretrovírico (TAR): un tratamiento
crónico que permite a la persona infectada una expectativa vital normal,
siempre que lo respete y mantenga los controles periódicos por el resto de su
vida.

 

El éxito de este tratamiento, sin embargo, provocó un
efecto no deseado: mucha gente “olvidó la crisis del SIDA”. Al perderse el miedo
a la enfermedad, las estadísticas de uso del preservativo comenzaron a caer y,
en consecuencia, la cantidad de nuevos contagios comenzó a aumentar,
especialmente entre las mujeres de 45 a 59 años.

 

En efecto, se trata de un grupo de riesgo que ha
aparecido recientemente entre las víctimas de la enfermedad, que incluye a una
de cada 5 mujeres infectadas en nuestro país. El dato es llamativo porque la epidemia
afecta mayoritariamente a los varones: el 70% de los infectados. En particular,
además de las mujeres de entre 45 y 59, son los varones de entre 20 y 35 años
el grupo que más ha crecido dentro de los enfermos de VIH.

 

Los especialistas consideran que hay dos causas
principales por las que este grupo no exige el uso de preservativo a sus
parejas: que no perciben el riesgo del SIDA (ya sea porque “perdieron el miedo”
o porque las campañas no se dirigen a ellas) y que no corren riesgo de un
embarazo no deseado (o bien porque usan otros métodos anticonceptivos, o bien
por la menopausia).

 

En definitiva, es muy importante destinar campañas de
alerta y prevención a este grupo de mujeres cuya salud sexual se ve
comprometida, no sólo en relación al SIDA, sino también a otras enfermedades de
transmisión sexual.

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