Solidaridad hasta los huesos: donación de médula ósea

A veces pensamos que los huesos son solamente eso: huesos, un simple andamio sobre el que se sostiene nuestro cuerpo. No pensamos en la gran cantidad de información que almacenan sobre nosotros, sobre quiénes somos y sobre lo que podemos llegar a ser.

Nuestro esqueleto, sin embargo, está en constante cambio: crece, se enferma, sana. En su interior se ubican distintos tipos de tejidos que son centrales para el funcionamiento de nuestro organismo; de entre ellos, la médula ósea es probablemente el más importante. Los seres humanos tenemos dos tipos de “médula” en nuestros huesos: la amarilla, que son tejidos grasos ubicados en los huesos largos, y la roja, que se encuentra en los tejidos esponjosos de los huesos planos. Esta última es la que habitualmente se denomina “médula ósea”.

No debe confundirse con la médula espinal, que ocupa el canal central de la columna vertebral y se encarga de conectar todas nuestras extremidades con el cerebro. La médula ósea, en cambio, tiene otra función, igualmente imprescindible para la vida: contiene células madre “hematopoyéticas”, que son las encargadas de producir la sangre que irriga nuestro cuerpo.

Algunas enfermedades, como la tuberculosis o la leucemia, atacan principalmente la composición de la médula ósea del paciente. En otros casos, tratamientos prolongados con radiación o quimioterapia pueden alterarla negativamente. En todos estos casos es necesario realizar un trasplante de médula ósea, que consiste en destruir las células enfermas y reemplazarlas por otras nuevas que, al ser introducidas en el sistema del paciente, se reproducen y reanudan la producción de células sanguíneas.

A diferencia de otras operaciones semejantes, como la transfusión de sangre, los criterios de compatibilidad genética entre el donante y el receptor son muy estrictos. Es por ello que las células sanas de médula ósea sólo pueden provenir del propio paciente cuando estaba sano o bien de un donante compatible. Para estos casos se realizan tests de compatibilidad, generalmente con familiares cercanos. Sin embargo, esta compatibilidad es difícil de alcanzar, y muchas personas tampoco tienen familiares cercanos que puedan ser donantes. Alrededor del 70% de los pacientes se encuentra en esta situación, según el Ministerio de Salud Argentino.

Es por ello que el 1º de abril de 2003 se creó el Registro Nacional de Células Progenitoras Hematopoyéticas. Con sede en el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), es una base de datos nacional de donantes voluntarios de médula ósea asociada a la Red Internacional de Donantes de Médula Ósea. La importancia de este tipo de redes es fundamental, puesto que cuanto mayor sea la cantidad de donantes, mayor será la probabilidad de encontrar una compatibilidad más ajustada. Hasta el presente, la red internacional cuenta con más de 12 millones de donantes voluntarios, los cuales pueden inscribirse en alguno de los 42 centros habilitados en nuestro país para ese fin.

La inscripción como donante voluntario no tiene ningún costo ni requiere de ninguna intervención clínica. Es necesario tener entre 18 y 55 años, estar sano y pesar más de 50 kilogramos. Se toma una pequeña muestra de sangre, de la cual saldrá la información genética para el banco de datos. Sólo en caso de que algún paciente fuera compatible, el Registro se pondrá en contacto con el voluntario. Si éste reafirma su decisión de donar, será citado por el equipo médico para hacer efectiva la donación.

La donación de médula ósea salva vidas: es un pequeño compromiso que puede tener grandes consecuencias. Para más información, puede consultarse la página del INCUCAI.

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