Theranos, cada vez más cerca de la bancarrota

La empresa que prometía hacer más de cien análisis con una gota de sangre, estrella del mundo de las start-ups, ha cosechado un fracaso tras otro y se encuentra al borde de la desaparición.

En el año 2010, Theranos estaba en boca de todos los miembros del mundillo tecnológico. Se había convertido en uno de los famosos unicornios de Sillicon Valley: una start-up cuya valuación superaba los mil millones de dólares. La compañía tenía todos los ingredientes del cuento de hadas empresarial: nació en el Campus de la Universidad de Stanford, creada por la brillante emprendedora Elizabeth Holmes a la edad de 19 años, quien invirtió en ella todo su dinero universitario y se jugó a todo o nada.

Su producto era muy sencillo: un sistema que permitía realizar, prácticamente con una gota de sangre, instantáneamente, cientos de análisis, desde el conteo de glóbulos blancos hasta tests de enfermedades.
Además, el sistema cabía en un microlaboratorio del tamaño de una caja de zapatos. En un contexto en el que los costos de salud son cada vez mayores, el impacto de una tecnología así era incalculable, y los inversores comenzaron a apostar más y más a la compañía.

Para 2014, la empresa había recaudado ya 400 millones de dólares y estaba valuada en 9000 millones. Holmes fue considerada por la revista Forbes como la billonaria más joven en ganar su propia fortuna y posaba en tapas de revistas en todo el mundo. Sin embargo, después de 11 años de creada la empresa, la verdad es que no se había publicado ni un solo artículo científico sobre su método, cuya eficacia no había sido probada nunca con estudios científicos.

En el año 2015, ya con una red de laboratorios en Estados Unidos, la autoridad federal aprobó los resultados de su test para detectar herpes. Lo que podría haber sido una gran wp_posts se convirtió, sin embargo, en su opuesto: decenas de pruebas presentadas por Theranos habían sido rechazadas por ineficaces. El secreto que rodeaba a la empresa no tardaría en romperse: durante el año 2016 se sucedieron las pruebas y evaluaciones que mostraban sus tests eran poco fiables y no eran válidos. Peor aún: los que sí funcionaban, lo hacían con una tecnología desarrollada por otra empresa.

Ese mismo año se clausuraron los laboratorios de la empresa por poner en riesgo la salud de los pacientes, y Holmes fue inhabilitada para dirigir otro laboratorio por al menos dos años. Después de despedir al 40% de su personal en noviembre de 2016, la empresa se encuentra acosada por las deudas e imposibilitada de continuar con sus negocios basados en el fraude.

La revista Forbes, que en 2014 había valuado la fortuna personal de Elizabeth Holmes en 4,5 mil millones, calculaba en junio de 2016 que se había reducido a cero.

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