Trabajo y ergonomía

Si vamos a comprar zapatos, y nos quedan chicos, ¿qué hacemos? ¿Vamos
por la vida con los pies apretados y llenos de ampollas, o los cambiamos por un
número más grande? En nuestro espacio de trabajo sucede lo mismo: si las
máquinas, herramientas y procesos no están correctamente diseñados, corremos el
riesgo de sufrir lesiones que no sólo afecten nuestro desempeño, sino también
nuestra salud.

La ergonomía es la disciplina que, combinando
saberes de distintas ciencias, se ocupa del diseño de objetos, procesos y
entornos con el objetivo de adaptarlos a las necesidades, capacidades y
limitaciones psicofísicas de los usuarios. Se trata de uno de esos campos que
muestran que las condiciones de trabajo son tan importantes para el bienestar
de los trabajadores como para la eficacia en el desempeño de sus tareas.

Como práctica, la ergonomía puede rastrearse a
los comienzos de la civilización, cuando los cazadores envolvieron en cuero el
mango de sus lanzas para no lastimarse las manos. Como disciplina, recién en el
siglo XIX se comenzaría a reflexionar sistemáticamente sobre la relación entre
el diseño de los objetos y sus efectos en el desempeño de la tarea y el
bienestar de quien la realiza. El 
taylorismo, que proponía una
forma de administración científica del trabajo según las ideas de F. D. Taylor (1856-1915),
demostró que el cambio en la forma de los instrumentos y procesos de trabajo
acarreaba una mejora en la productividad hasta llegar al nivel de máxima
eficiencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ingeniero 
Alphonse Chapanis (1917-2002) salvó
miles de vidas al rediseñar la distribución de los instrumentos de navegación
en la cabina de los aviones, reduciendo drásticamente los “errores humanos” en
los accidentes aéreos. En la actualidad, los problemas de la ergonomía se han
diversificado notablemente: desde las necesidades y desafíos que plantean
nuevas formas de trabajo (como la prolongada interacción entre personas y
computadoras, antes inédita) hasta las fronteras del desarrollo científico y
tecnológico, que implican pensar la vida en el espacio, en condiciones de
gravedad cero y alto grado de aislamiento.

El trabajo en la oficina: algunas ideas prácticas


Si después de un rato de trabajar en nuestro escritorio
sentimos que nos duelen el cuello, los hombros o la cintura; sentimos los ojos
irritados o nos duele la cabeza, tenemos que revisar la ergonomía de nuestro
entorno. Con pequeñas modificaciones, podemos mejorar nuestra posición y
proceso de trabajo:

– El monitor y el teclado tienen que estar
ubicados cómodamente frente a nosotros, de manera que podamos trabajar con
ellos sin girar nuestro cuello ni nuestro torso. La pantalla no debería
encontrarse a menos de 50-55 centímetros de nuestros ojos. El escritorio debe
tener lugar para apoyar las muñecas en él, lo cual nos ahorrará muchos dolores
en las muñecas, los antebrazos y los hombros.


– Es muy importante cuidar los ángulos de
trabajo:

. que el borde superior del monitor se encuentre
a la misma altura (0º) que nuestros ojos evitará dolores cervicales y
contracturas

. que podamos dominar todo nuestro espacio de
trabajo en un ángulo de 60º de amplitud nos ahorrará esfuerzos innecesarios y
dolorosos del cuello

. que las rodillas se encuentren flexionadas en
un ángulo de 90º o más evitará dolores lumbares y de cintura

. que las pantallas se encuentren
perpendiculares (también a 90º) a fuentes de luz como las ventanas evitará
reflejos que nos obligan a forzar y cansar la vista

– Las sillas que usemos tienen que ser adecuadas
para el trabajo que estamos realizando. No es necesario que sean grandes
sillones futuristas, pero sí que tengan algunas características:

. que nos permitan regular la altura de la base,
para cuidar el ángulo de apoyo de las piernas

. que nos permitan regular la altura y el ángulo
del respaldo, para que nos dé un adecuado soporte en la zona baja de la
espalda, el área lumbar

. si los apoyabrazos impiden que acerquemos las
sillas al escritorio hasta una distancia cómoda, es preferible sacarlos. Si no,
son muy útiles para descansar los brazos y evitar contracturas en el cuello y
los hombros

. las sillas de trabajo deben ser cómodas y
acolchadas, puesto que su uso es prolongado. No hay que dejar que la estética
se imponga por sobre la funcionalidad y la ergonomía

– La iluminación es muy importante para el
desempeño adecuado de las tareas de oficina, puesto que la mayoría de las
tareas que desarrollamos tienen altos requerimientos visuales:

. la iluminación natural es siempre preferible,
pero debe regularse adecuadamente. Si es excesiva y produce reflejos o
demasiado resplandor, debe atenuarse con el uso de cortinas. Si es
insuficiente, debe complementarse con iluminación artificial

. el mínimo recomendable para una oficina es de
500 lux, dependiendo de otras condiciones ambientales. La iluminación debe ser
homogénea, distribuyéndose de manera semejante en el ambiente y en el puesto de
trabajo

. no se recomienda el uso de luces focalizadas
(lámparas de escritorio) en el lugar de trabajo. Su uso debe ser el último
recurso en caso de que la iluminación del ambiente no alcance

. las ventanas deben ubicarse a los costados del
puesto de trabajo: preferentemente del lado izquierdo, si somos diestros, o del
lado derecho, si somos zurdos. No es aconsejable trabajar con las ventanas de
frente o de espaldas, porque ocasionan deslumbramiento o reflejos que nos
obligan a forzar la vista

La Universidad Complutense de Madrid ha
desarrollado el manual 
Recomendaciones ergonómicas y psicosociales para el trabajo en oficinas
y despachos
 que puede resultar muy útil.

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